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viernes, 28 de enero de 2011

PESNAMIENTO SOBRE LOS DESASTRES


Millones de personas han sido afectadas por la actual ola invernal. Muchos muertos, pérdida de cosechas, cierres de vías, derrumbes de viviendas y demás tragedias son el resultado de décadas de  deterioro de nuestro medio ambiente, de desgaste de nuestro entorno y mal aprovechamiento de los ecosistemas existentes en el contexto en el que nos movemos, es un desfortunio para mis paisanos tener que afrontar un racionamiento permanente de agua por la falta de reservorios que permitan retener el agua y evitar que ante la lluvia y la época invernal existan bosques aledaños a los afluentes que permitan estancar el agua sin que  ruede directamente ocasionando grandes flujos que acrecienta los niveles y que entorpece el normal drenaje; en la misma medida y con gran significancia la  imprevisión en las medidas tomada por los gobiernos que se constituyen en soluciones de facto mas no en políticas constantes y sistemáticas que retroalimenten su ejecución en la cual se generen espacios para que la comunidad sea la encargada de fomentar el cuidado de estos bosques y de las cuencas que abastecen de agua a nuestra ciudad, al igual que la ejecución intersectorial de proyectos necesarios para el robustecimiento del sistema de acueducto y en tercera medida el apoyo gubernamental a los acueductos locales con los que cuentan algunas comunidades, los cuales por la falta de demanda no generan los ingresos suficientes para su normal sostenimiento y otros tantos que carecen de modernización en su funcionamiento y de un correcto recaudo de emonumentos generados por su servicio constituyen un especial cuidado para la correcta eficiencia en el suminsitro de tan preciado liquido. Si revisamos la prensa y los estudios de los últimos años, es fácil constatar que estos problemas fueron pronosticados hace décadas. No por mala fe, sino por la poca importancia que se le dio a un tema que hasta hace unos anos se pensaba iba a permanecer en un punto medio de eficiencia por largos espacios de tiempo y ante todo la  ausencia de una cultura preventiva y de políticas que no centralizaran todo el abastecimiento del agua a nuestra ciudad en un solo afluente y con una estructura básica para toda la urbe. Por ello, es lógico que –como no aplicamos políticas para prevenir o corregir estos problemas- los mismos tienden a agravarse con el paso del tiempo. Esto es fácil de verificar en la realidad que vivimos.
Uno cosecha lo que siembra, rezaba algún refrán popular. Si sembramos deforestación y contaminación, ¿qué otra cosa podríamos cosechar sino desastres? También es importante reconocer que la actual crisis es un tema complejo, que no será resuelto con pañitos de agua tibia.
Uno de los tantos resultados del actual cambio climático es el aumento del nivel del mar. Y una de sus consecuencias es que los ríos se represan hacia atrás y favorecen las inundaciones en tierra firme, fenómeno hoy visible en nuestro contexto. Si a este fenómeno le sumamos la desaparición de las estaciones climáticas por fenómenos como la Niña (influenciados también por el calentamiento global), el resultado sólo puede ser catastrófico. La cosa se agrava cuando las lluvias torrenciales caen sobre cauces llenos de sedimentos, fruto de la deforestación. Para completar tenemos millones de personas viviendo (sin respetar las áreas protectoras) cerca a ríos o en terrenos inestables, todo porque no existe en nuestra ciudad un uso inteligente y justo del suelo ante la ausencia de un efectivo plan de ordenamiento territorial y de la relocalización de aquellas personas que habitan en estas zonas, por todo ello es cada vez mas importante centrar nuestra atención en tan neurálgico tema para nuestra ciudad que se constituye eje rector de un proyecto  en el cual todos sus ciudadanos vivan bien con un servicio tan esencial para la calidad de vida del ser humano como lo es el agua .

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